
Hay momentos en la vida, donde un velo nubla nuestra mente y nuestro corazón. Nos atormenta y nos descuadra en nuestra búsqueda de bienestar. La pérdida, el fracaso, los accidentes, las enfermedades y la muerte son desafíos a los que nos tenemos que enfrentar a lo largo de la vida.
Como bien dice el filósofo Frédéric Lenoir, el poder de la alegría no reside en la ausencia de pena, sino en incorporar estas últimas a nuestra alegría de vivir como parte integrante de ella. Es decir, que la pena que puede apretar hoy mi corazón, no me lleva a un terreno de infelicidad, sino que mi felicidad se nutre de penas y alegrías de la misma manera. Y esto hace que la vida sea tan intensa y bella.
Es un post motivador y lleno de emoción el que os quiero transmitir hoy, sobre cómo afrontar la pérdida, como acabo de hacer yo con uno de los ángeles que tengo como amiga y que he tenido la suerte de conocer. Su luz que se ha apagado en nuestro entorno terrenal, no es nada más que una luz que va sumarse a las numerosas estrellas que pueblan nuestro universo de almas que le han precedido en aquel viaje sin retorno que todos haremos.
Cuando pienso lo feliz que me siento de haber compartido lo que tenía que compartir con ella, haber sido su amiga y cómplice de sus sueños, amores, misión, o penas, me siento tranquila, agradecida y llena de amor. La pena dibuja en mis labios una sonrisa de alegría y gratitud.
Cuando me enfado al pensar que los mejores corazones se van mientras otros malvados, verdaderos lastres y escombros para el planeta se quedan, una rabia sin nombre me devora.
Siempre tenemos la elección de elegir qué pensar y qué sentir en TODAS las circunstancias cuando somos conscientes de nuestra radio mental que nunca apagamos.
Hoy quiero compartir contigo mi reflexión: ¿de qué sirve enfadarme y, a quién le beneficia? Ni a mi ángel de amiga, ni al mundo, ni a hacer un mundo mejor, ni a mis células que maman de esta emoción de tan baja frecuencia.
Siempre digo que el enfado y la lucha sirven si elegimos poner toda nuestra energía en la batalla, con todas las consecuencias que suponen. Este enfado puede ser un fuerza constructiva cuando se trata de defender y proteger. Contra la muerte, ¿qué batalla podemos tener? Lo que es, es, y ¡no se puede negociar!
¿Es mi batalla luchar contra quien se muere y quien no está en el planeta? Desde mi punto de vista humano limitado, no puedo ver todo lo bueno que una muerte supone, tanto para mí, como para la familia y amigos del difunto, como para el universo. Todo sirve, si pensamos que todo tiene su manera de ser y de existir, al igual que la pérdida y la muerte tiene un sentido, aunque no lo veamos. Todo es perfecto, tal como sucede, aunque no lo creamos.
Con esta reflexión personal te quiero invitar a decidir hoy que emoción y pensamiento te interesa tener. Y cómo puedes abrir tu mente a una aceptación TOTAL de lo que está pasando sin ponerle tu “limitado juicio humano”, sino integrando que, no vemos ni sabemos todo acerca de una situación. Por lo tanto podemos poner nuestra FE en una Fuerza Exponencial universal divina más grande que nuestro entendimiento, que armoniza el mundo para que cada uno se lleve el aprendizaje que necesita integrar hoy.
Tener fe en lo que pasa quiere decir VIVIR lo que está pasando sin la necesidad de controlarlo, explicarlo o entenderlo. Es tener una predisposición de confianza, como lo tienen los niños que nos permite tener una mente serena sin necesidad de juzgarlo todo.
Te deseo un día mágico lleno de felicidad, sabiendo que hoy se nos va una alma bella, serena y luminosa de este mundo, pero no se va de mi corazón.